sábado, 13 de julio de 2013

Fuego entre tinieblas- Capítulo 3

-Joder, ha sido culpa mía. No debería...
 Louis ocultó la cabeza entre las manos, mientras Liam le miraba, negando con la cabeza.
 -No deberías nada. No podrías haber hecho milagros, Louis. No te culpes.
 El chico miró al suelo, arrepentido. No le había contado a nadie lo del mensaje, así que Liam no sabía que él sospechaba que algo así pudiese pasar. Y no quería decírselo.
 Debería, pero no quería.
 ¿Que ganaría ahora contándole que le habían avisado de lo que iba a pasar? Nada.
 Y tendría que enseñarle el mensaje, que contenía más cosas, cosas que Louis no podía desvelar...
 -Aún así, Liam. Debería haber estado contigo.
 -Que no te culpes. Además, sólo es un hueso fracturado. No me voy a morir.
 -Pero es la clavícula. Te debe de estar matando.
 Su amigo sonrió, y sacudió levemente la cabeza. Tumbado en la cama, daba la sensación de estar peor de lo que en realidad estaba.
 -Ahora menos.
 -¡Y perdiste el conocimiento! Dios mío, si hubiese llegado un poco antes...
 -Probablemente tú también estarías en una camilla.
 Louis se encogió de hombros.
 -¿No pudiste ver nada de quién te lo hizo?
 -Iba en pasamontañas y completamente de negro. Y me pilló por la espalda.
 -Ya.
 El chico se levantó de un salto al oír llamar a la puerta. De detrás de esta aparecieron Harry y Zayn, este último con un ramo de flores.
 -Niall está abajo hablando con la prensa.- anunció Harry, saludando a Louis con un gesto mientras este contenía la respiración.
 -¿Niall? ¿Con la prensa? A Louis se le dan mejor estas cosas.
 -Sí, pero él estaba aquí arriba y no nos dejaban pasar...- murmuró Zayn, metiendo las flores en un jarrón.- Huelen muy bien.
 -¿Qué tal la reunión?
 -Hemos pospuesto el resto de la gira hasta dentro de un mes, para que puedas volver recuperado.- contestó Harry.- y a la vez descubramos quién ha hecho esto.
 Los cuatro se quedaron en silencio. Era un asunto bastante serio, demasiado como para hacer bromas sobre él.
 -¿Quién pudo ser?- murmuró Liam, intentando encogerse de hombros.
 -¿Una fan loca?
 -No. Habría intentado abrazarle, no matarle. E iba con un pasamontañas, era premeditado.
 -No somos narcos ni mafiosos. No tenemos enemigos de ese tipo.
 -Yo creo que tiene algo que ver con el intruso del hotel.- dijo Harry, sentándose en el borde de la ventana.
 -Yo también.
 -Pero eso sigue sin decirnos quien ha podido ser.- dijo Louis, resoplando.- Tampoco sabemos quién era ese.
 Niall entró por la puerta, colorado y acalorado a causa de los flashes.
 -Ya está. Parecen tiburones...
 -¿Qué tal ha ido?
 -Bien. Espero haber dicho todo lo necesario.
 -¿Alguna pregunta incómoda?
 -Si sospechaba de alguno de vosotros. Dije que de Zayn.
 El chico le miró con los ojos entrecerrados, mientras el rubio le sacaba la lengua.
 -Mañana todos los periódicos tendrán esto de portada.- susurró Harry, de manera que sólo Louis lo escuchó, mientras Liam, Niall y Zayn se debatían en quién tendría más posibilidades de ser el atacante de los cuatro.- El que lo ha hecho lo volverá a hacer, y pronto.
 -No lo creo. Se arriesga a ir a la cárcel, ahora que estamos más vigilados.
 -Puede ser...
 Louis intentó dirigir la mirada al suelo mientras Harry se mordía el labio, concentrado.
 -Bueno, ¿vamos a dar un paseo? Los hospitales me agobian, y tú llevas mucho aquí.- preguntó este último, mirándole con una sonrisa.
 -Claro.- sólo pudo decir Louis.



 -Yo no podría.
 Louis miró hacia Harry. Llevaban todo el camino en silencio, y esas primeras palabras eran bastante confusas.
 -¿Cómo?
 -No podría guardar la compostura en una situación así. No sé cómo lo haces, pero yo...
 -No le ha pasado nada demasiado grave. Se recuperará. Y encontraremos a quien lo ha hecho.
 -¿Y si antes de dar con él ocurre algo más?
 Louis miró hacia el suelo. En realidad él se hacía la misma pregunta.
 -Estaremos preparados y con más seguridad. No pasará.
 -Eso ya lo has dicho. Puede pasar, es probable que suceda.- Harry no le quitaba los ojos de encima.- Estoy asustado.
 Louis le miró, boquiabierto. No se esperaba eso.
 Tenía ganas de abrazarle y decirle que no se preocupase. Que no dejaría que le ocurriese nada. No a él.
 -No... No te preocupes, por favor.
 Harry sonrió, pasándole un brazo por los hombros y sacudiéndole el pelo.
 -De acuerdo, pero no te sonrojes.
 -No puedo evitarlo, eres demasiado guapo.
 Su amigo soltó una carcajada, todavía sin separarse del chico. Seguramente sería porque pensaría que era una broma.
 -Tenemos que ser más positivos delante de los demás.- susurró Louis después de unos minutos.- Y debes de echarte menos colonia. Tengo a Calvin Klein dándome mareos.
 -Lo siento. Hoy estaba medio dormido por la mañana.
 -Te lo digo porque no es la primera vez.
 -Sabes que te encanta.



 
 -¿La clavícula?- preguntó la figura.
 La mujer asintió. Todavía llevaba el pasamontañas en la mano, el viaje había sido largo y lo único que quería en ese momento era descansar. Pero sabía que debía quedarse.
 Nunca le había visto la cara a su jefe. Siempre se comunicaban por ordenador, y las pocas veces que lo había visto en persona nunca se giraba. Le parecía extraño, pero prefería no preguntar.
 -Sí.- dijo, al darse cuenta de que el hombre no podía verle asentir.- Sí, la clavícula.
 Hubo un momento de silencio, en el que la mujer temió que no hubiese sido suficiente. No quería hacer demasiado daño al chico, pero era su trabajo.
 -Bien.- murmuró la figura.- Puedes irte.
 Ella suspiró de alivio y se marchó, inquieta.
 La figura cogió un móvil y se lo acercó a la oreja.
 -Todo listo. ¿Seguimos con el plan?
 Tras la contestación del interlocutor, colgó, sin ni siquiera despedirse.

lunes, 1 de julio de 2013

Fuego entre tinieblas- Capítulo 2

-Bueno, por fin hemos llegado.- murmuró Niall saliendo del coche. Habían estado parados media hora en una retención, pero Louis seguía con el mismo tema en la cabeza que le acompañaba al inicio del viaje. Ese mensaje...
 Había llegado a una conclusión, la cual no le convencía del todo; probablemente sería algún gracioso que hubiese dado con su número, y quisiese ponerle nervioso. Sí, era lo más seguro.
 En realidad, Louis creía que había algo más detrás de todo el asunto del mensaje. Y posiblemente estuviese relacionado con la entrada de alguien en el hotel. Pero era más fácil creer que era una broma, y su cerebro no estaba en condiciones de albergar más preocupaciones.
 Por ahora, le llegaba con lo que tenía.
 Salió del coche de un salto y siguió al resto de los chicos hasta el backstage, lleno de técnicos corriendo como locos, cables por todas partes y tensión en el ambiente. Todo debía estar perfecto para el concierto de esa noche.
 Mientras el jefe de sonido no llegaba, Louis sacó su móvil, negándose a participar en la conversación grupal que mantenían el resto de componentes del grupo. No estaba de humor.
 Millones de interacciones le llenaban el Twitter, día y noche, y no podía contestarlas todas aunque quisiese. Así que comenzó a leer, buscando las más originales, hasta que un golpecito en el hombro le sacó de su estado de catatonismo.
 -Hey, vamos a empezar.- murmuró Harry, pasándole un micro con una sonrisa.- Venga, que todavía estás medio dormido.
 Louis se sonrojó; por suerte, el chico ya se había girado y no pudo verlo. Siguió A Harry hasta el escenario, sin poder evitar bajar la mirada automáticamente, reprendiéndose por ello más tarde.
 -¡Aquí está!- exclamó Liam, con los brazos cruzados.- Venga, comencemos de una vez.


 Esa mañana había sido bastante dura para Louis. Harry no paraba de hacer bromas, de mirarle o guiñarle un ojo o sonreírle.  Y Louis tenía que luchar contra el impulso de no actuar como una colegiala enamorada mientras trataba de concentrarse en cantar; el resultado había sido un completo desastre, con el chico completamente colorado toda la hora, tanto que Niall pidió parar para que pudiese ir al lado del ventilador y refrescarse un poco.
 Pero no era el ambiente lo que subía la temperatura de Louis, desgraciadamente.
 Con un suspiro, abrió la marcha al exterior de los backstages, donde los dos coches que los habían traído los llevarían de vuelta.
 -¿Vamos a comer a algún sitio?- preguntó Harry.
 Louis asintió, esperando a que los otros también lo hiciesen. No fue así.
 -Yo... había quedado para hablar con mi madre por Skype.- murmuró Niall.- Quizás otro día.
 -Yo voy a comer con unos antiguos amigos que viven aquí, los veo muy poco.- dijo Liam, caminando hasta un coche.- Niall, te llevo hasta el hotel.
 -Bueno, pues nosotros tres.- dijo Harry, mirando a los restantes mientras se encogía de hombros.
 -Como te he sido fiel, me pido elegir el sitio.- contestó Zayn, caminando junto a él hasta el coche restante.
  Louis se mordió el labio. No había contado con que serían tan pocos.
 Suspiró y siguió a los dos chicos.


 Vale, ahora tienes que relajarte.- pensó Louis, mirándose al espejo del baño.- No puedes estar así todo el día. Respira y sal, y compórtate como alguien normal, joder.
 Resopló y salió del baño, caminando hacia donde estaban sus dos amigos.
 -¿Qué vas a pedir, Louis?- preguntó Zayn, pasándole la carta.
 -No lo sé, nunca había estado aquí...
 -Toma, podemos compartir carta.- Harry se acercó, poniendo el menú entre ellos mientras apoyaba la cabeza en su hombro. Louis memorizó el nombre del primer plato que vio, y puso todo su autocontrol en funcionamiento, rogando que su amigo no notase como le temblaba todo el cuerpo. Se acercó levemente a la mesa, tratando de ocultar otras cosas.
 -¿Ya han decidido?- preguntó el camarero, acercándose hasta la mesa con el bloc de notas en la mano.
 Ellos asintieron, y Harry volvió hasta su sitio. Louis suspiró.
 -Bueno, ya quedan pocos conciertos.- dijo Zayn, una vez el hombre se marchó, con los pedidos apuntados.- ¿Qué pensáis hacer una vez terminemos?
 -Pues iré a visitar a mi familia, creo.- contestó Harry.- pero una semana como mucho, luego volveré a Londres.
 -Yo no creo que me vaya a ninguna parte.- murmuró Louis, pensativo. No había pensado en eso.
 -Bueno, entonces nos haremos compañía.- exclamó Harry, mirando al chico con una sonrisa.
 "Si me lo pides tú, ni lo dudes"
 -¿Y tú, Zayn?
 -Yo creo que me iré unas semanas a un sitio tranquilo. Sol y playa.
 -Liam tenía pensado lo mismo, y Niall y su familia van a visitar Australia.- comentó Louis, mirando su vaso de agua con desgana.
 -Entonces podemos ir de shopping londinense, Louis.- comentó Harry dándole un codazo.
 "Siempre que compartamos probador" 
 -Sí, te hace falta renovar el armario.
 Zayn soltó una carcajada, mientras el chico le sacaba la lengua.
 -Bueno, mañana es nuestro día libre, ahora que me acuerdo.- dijo Louis, pensativo.- Sí, es mañana. Que alivio...
 -No merece la pena volver a Londres para solo pasar un día.
 -Nononono, de esto ya habíamos hablado, Louis.- dijo Harry, mirándole con rencor.- No te acuerdas. Me prometiste que me acompañarías a los estudios de Harry Potter en nuestro día libre.
 -Cierto. Lo siento, no lo recordaba.
 -¿Eso significa que tendré que ir solo?- murmuró, con una mano en el pecho.
 -Qué va. Claro que iremos. ¿Zayn...?
 Louis no veía una buena idea pasar un día a solas con el chico. Demasiado para sus nervios.
 -Claro, y creo que Liam y Niall querrán apuntarse.
 -Excursión grupal, en ese caso. Genial.


 Louis bajó del coche, mirando hacia los lados antes de cruzar la carretera que le separaba de la puerta de entrada del hotel. Estaba cansado, pero sentía que se encontraba mejor que al levantarse esa mañana; tenía ganas del día mañana, desconectar un poco de toda la monotonía de los conciertos y pasar un buen rato.
 Saludó a la recepcionista con una sonrisa y apretó el botón del ascensor.
 Esperaba que Liam estuviese ya preparado para salir al estadio; Niall ya estaba abajo, los demás le habían encargado subir a por él. Cruzó los brazos mientras esperaba a que llegase a su destino.
 Salió y recorrió los pocos metros del pasillo en un suspiro. Llamó a la puerta de la habitación del chico, pero nadie contestó. Con una ceja arqueada empujó un poco la puerta; estaba abierta. La abrió de un golpe y analizó su interior.
 -¿¡Liam?!

martes, 18 de junio de 2013

Imagina de HARRY para @fixajared

Valeria se miró al espejo del baño, intentando hacer desaparecer la rojez que había aparecido alrededor de sus ojos. Sabía que a nadie le importaría, que nadie se fijaría en su cara, pero no quería arriesgar.
 Guardó la cuchilla en el armario del baño y se cubrió los brazos, como tantas veces había hecho, y tantas veces volvería a hacer.
 Bueno, no tantas.

 Nunca supo qué fue lo que le inspiró a comenzar a cortarse. Si fue un hecho específico lo que le dejó claro que no era lo suficientemente buena, que necesitaba castigarse para sentirse mejor, o si simplemente fue un cúmulo. Lo que sí sabía es que sentía la obligación de hacerlo para desahogarse, como otros necesitan hablar y otros gritar en el medio de la nada.
 No se lo había contado a nadie, era su pequeño secreto. ¿Quién podría entenderla? Sus amigas tenían sus propios problemas, cada uno más complicado que el anterior. Sus padres sólo parecían verla como una máquina cuya única finalidad era obtener buenos resultados académicos. No tenía a nadie con quien poder hablar de forma tan sincera.
 A sus diecisiete años, sentía que las cosas cada vez iban a peor, aun pareciendo que eso era imposible. En el instituto todo iba mal, lo cual hacía que la relación con sus padres no fuese de lo más fluida. Todos sus compañeros la veían como una chica demasiado tímida, demasiado callada y reservada, que parecía que iba a morir cada vez que la sacaban al encerado; sus pocas amigas eran cada cual más problemática, no tenían tiempo para preocuparse del estado de ánimo del eslabón más frágil de la cadena.
 Lo cual no dejaba de ser comprensible.
 Tampoco podía culpar a su entorno; si no se habían visto señales era porque ella no quería que se viesen. No necesitaba la compasión de nadie, necesitaba cambiar, y eso no era culpa del resto. Era suya. Por eso había optado por el camino del castigo.
 ¿Quién era el que le decía que eso sólo hacía peligrar su vida? ¿Que no tenía que cambiar, porque cada personalidad es distinta, y ahí reside su belleza? ¿Que alguien la querría por ser como era ella, sin necesidad de intentar ser otra?
 Nadie.


 Salió de casa por la puerta del sótano, una vía de escape que había encontrado sola al hacer la mudanza, y la cual sólo utilizaba en los momentos más necesarios. Pero sus padres estaban en casa, y no podía dejar que la viesen así. No ellos.
 Sabía lo que sucedía en esos casos. Psicólogo, pastillas, charlas problemáticas...
 Ella no necesitaba un loquero. Estaba bien.
 Era su vida la que estaba patas arriba.
 Suspiró, caminando entre los árboles que conducían al final del barrio. Aunque desde un punto de vista externo pudiese parecer lo contrario, no recordaba un momento en su vida en el que hubiese experimentado eso que en los libros llamaban "felicidad". Siempre había tenido problemas, era demasiado insegura y eso le pasaba factura. Y estaba harta de ser siempre la callada, la opinión que no contaba.
 Llegó hasta el parque de la zona, lugar siempre medio desierto al que acudía cuando no estaba sola en casa. No quería pensar, llenar su mente de razones pesimistas por las que debería llevar a otro extremo los cortes. Datos objetivos por los que su vida no tenía un sentido. Así que cerró los ojos y se rodeó las piernas con los brazos, acompasando su respiración al movimiento del viento.
 No se dio cuenta de cómo transcurría el tiempo hasta que entornó los ojos y descubrió que estaba a oscuras.
 -Mierda, otra vez.- murmuró, desperezándose mientras se levantaba. Se tropezó con lo que parecían monedas que la gente le había tirado, pensando que era una sin techo. La chica se encogió de hombros y las recogió.
 Hasta diez minutos después no se enteró de que un grupo de chicos, más o menos de su edad, le seguían. Vestidos con ropa ancha y gorras de todos los colores, en la oscuridad no parecían muy de fiar, y menos gritando lo que gritaban.
 Valeria apuró el paso, deseando con todas sus fuerzas que la dejasen en paz. Pero no fue así.
 -Hola, preciosa.- saludó uno de los chavales cuando llegaron a su altura. La chica se encogió, rogando que no fuese por ella. Evidentemente, no dio resultado.
 -¿Por qué corres? ¿Tienes prisa?
 -¿Vas a llegar tarde a cenar?
 -Nos tienes miedo... ¡Nos tiene miedo, chicos, nos tiene miedo!- exclamó uno al notar como temblaba.
 Todos rieron, formando un círculo a su alrededor.
 -Hey, vamos, dejadla marchar.- murmuró uno de ellos, colocado más al fondo del grupo.
 -¿Por qué, Harry? ¿No te gusta? Podemos buscar una más guapa, eso está claro...
 -No, venga. No es gracioso.
 -"No es gracioso, no es gracioso". ¡Si se lo está pasando bien!
 El otro chico se colocó delante de Valeria, mirándoles con los brazos cruzados.
 -Dejadla marchar.
 Los demás se miraron entre ellos, aguantando la risa.
 -Tu mismo, Harry. Vámonos, gente.
 Se marcharon, haciendo barullo y dándose codazos entre ellos. Mientras, el chico llamado Harry resopló, mirando a la chica preocupado.
 -¿Estás bien? Lo siento, son...
 -Sí, estoy bien.- le cortó ella, caminando hacia atrás. Quería volver a casa.
 Él la miró extrañado.
 -¿Me tienes miedo? No voy a hacerte nada.
 Valeria negó.
 -No te tengo miedo, pero... Quiero marcharme a casa. Quiero... irme, joder.
 Todo lo que había estado soportando, no sólo ese día, ni ese mes, ni ese año, si no toda su vida, se le vino encima en un segundo. Delante del confundido chico, se escurrió hasta el suelo, ocultándose la cara entre las manos.
 -Oh dios mío... ¿Estás bien?- Harry no podía estar más alarmado. Se acercó hasta ella, sin saber donde colocar las manos.-¿Puedo... puedo hacer algo?
 Valeria le rodeó con los brazos, todavía sin poder parar de llorar. No sabía lo que hacía, pero tampoco sabía cómo parar. Necesitaba liberarlo.
 -Eh... Ya está, no te preocupes. Todo está bien. Estoy aquí.- susurraba el chico, ayudándole a levantarse.


 -¿Ya estás mejor?-preguntó Harry, que la miraba desde la otra punta del banco. Mientras, Valeria intentaba secarse la cara con la manga de su chaqueta.
 -Sí, yo... Lo siento mucho.
 -No te preocupes.
 Ninguno de los dos supo que más añadir, así que se miraron el uno al otro.
 -¿Qué ha pasado?-susurró el chico.
 -¿Cómo?
 -Puedes contarme qué te preocupa... Si quieres.
 Ella sonrió, mirando hacia sus zapatos.
 -Es sólo que... A veces no entiendo por qué me levanto de la cama. Quizás porque generaría muchas preguntas el no hacerlo, y no me gusta sentirme acosada.- se encogió de hombros.- No hay nada que me haga seguir, nada que me ayude a pensar que de verdad vienen tiempos mejores. Sólo veo... oscuridad.
 -No digas eso.- le interrumpió él, acercándose a ella y cogiéndole la mano.- Por favor. Siempre hay algo, aunque no sepas qué es ahora. Eres preciosa, me parecer muy guapa y, por lo que he podido ver, una buena persona. A las buenas personas siempre les suceden cosas buenas... ¿Qué es esto?
 Valeria siguió la mirada del chico, y apartó el brazo alarmada.
 Había visto los cortes.
 -¿Te... los has hecho tú?- murmuró Harry, mordiéndose un labio.
 Ella asintió, ladeando la cabeza.
 -No... no lo hagas mas. Por favor.


 Tres meses después

 -Salgo, volveré a las nueve.- dijo Valeria, despidiéndose de su madre con un beso.
 -¿Con Harry?
 -Así es.
 La mujer asintió con una sonrisa, mientras ella cerraba la puerta de un golpe de tobillo.
 -Hola, preciosa.- le saludó el chico, moviendo la mano con una sonrisa.
 -Holi.
 Harry y ella habían empezado como amigos, desde que se conocieron en el parque. Cada día hacía lo posible para hablar con ella, si no podía verla la acosaba a mensajes o llamadas en el teléfono. Se preocupaba por ella, le hacía ver que era importante y que merecía dejar de hacerse eso a si misma.
 Se le había declarado el día que las cicatrices de su brazo se cerraron del todo. Nunca se había sentido más feliz, más llena. No necesitaba más que una tarde con él para que su día se tornase soleado y alegre.
 Sus notas subieron como la espuma, y, al estar completamente bien, se veía capaz de ayudar a sus amigas con sus problemas. Todo le salía redondo, y gracias a él.
 Ahora sí que había alguien.

sábado, 1 de junio de 2013

Imagina para Sofía (@clara1257)

Bueno, mi primer imagina. YAAAAAAAAAAAY a ver que tal, espero que os guste. Y en especial a ti, Sofi, por eso de que va para ti y eso... Bah, me callo ya.


Niall se sentó en una de las sillas de la sala de espera del hospital, soltando un suspiro mientras se retorcía las manos con nerviosismo. Hacía dos horas que Katy, su mejor amiga desde la infancia, estaba en quirófano, y él no había podido estarse quieto desde entonces. Lo único que esperaba era que saliesen con buenas noticias pronto.
 Ella y su hijo de dos meses habían tenido un accidente de coche, al chocar contra un borracho que iba en dirección contraria. El bebé estaba bien, pero la madre había recibido un golpe y habían tenido que operarla de urgencia.
 Estaba solo, pues el resto de la familia de la chica esperaba alrededor de la máquina de cafés. Pero a él no le gustaba el café.
 Menudo dilema.
 -¿Estás bien?- preguntó una voz a sus espaldas.
 Se giró bruscamente, descubriendo a una chica sentándose a su lado en ese mismo momento. No la conocía de nada, de eso estaba seguro; pelo castaño claro hasta la cintura, ojos marrones, sonriente y vestida completamente de blanco. Podría parecer que no, pero le resultaba extrañamente familiar; tenía algo especial...
 -Ah, sí.- contestó, al darse cuenta de que se había quedado un buen rato mirándola. Esta, sin embargo, no perdió la sonrisa.
 -No lo creo. ¿Qué pasa? ¿Ocurre algo?
 Normalmente, al chico ni se le pasaría por la cabeza contarle nada a una extraña que acababa de ver por primera vez. Era una estupidez, pero... Algo en la cara de esa chica le hacía ver que no era normal. Que podía confiar en ella.
 -Están operando a mi mejor amiga, y estoy muy preocupado. Está muy grave...- paró, pues la voz le temblaba.
 Ella asintió, mirando hacia sus zapatos, también blancos.
 -No te preocupes, todo saldrá bien.
 -Me encantaría creerlo, pero no puedes saberlo.
 -Créeme, si puedo. Tu sólo piensa en positivo, ya lo verás.
 Niall asintió, soltando un suspiro. No aguantaba el agobio de esas cuatro paredes.
 -¿Y tú? ¿A quién esperas?
 La chica se recostó en su asiento, entornando los ojos.
 -A nadie en realidad.
 -¿A nadie?
 Él le miró interrogativamente, mientras ella asentía.
 -Suelo venir aquí... Intento ayudar. La gente como tú, que lo pasa mal durante la espera... Y la mayoría de ellos no se lo merecen. Intento hacerles un poco más ameno el tiempo de tensión.
 -Me gustaría decir algo bonito, pero la verdad es que es bastante raro.
 -Lo sé. Pero eso no tiene por qué ser necesariamente malo, ¿no?
 Niall sonrió, mirándola mientras asentía.
 -Sé que ahora es difícil verlo, pero estar triste no merece la pena. Llorar, preocuparse por algo... Son formas de perder el tiempo. Y no lo digo sólo por esto, Niall. Acuérdate, si algo es lo suficientemente grave para hacerte llorar, para y vete a solucionarlo. Si no lo es, para y deja de pensar en esa chorrada. La vida es demasiado corta, demasiado...
 -Suenas como si lo supieses de primera mano.
 La chica se encogió de hombros.
 -Nunca sabes cuando vas a morir. Ni como, ni las cosas que podrás hacer antes de marcharte del todo. Así que aprovecha, deja de llorar y preocuparte por cosas sin sentido. Si una puerta se cierra, cambia de dirección y vete a por otra, antes de que todas estén cerradas.
 Él asintió, mirando al suelo. Realmente tenía razón, pero había algo...
 En ese momento, el doctor salió del quirófano con una sonrisa de satisfacción.
 -No hay problema, está estable. Mañana mismo la trasladamos a planta.
 Niall, que se había levantado como un resorte, suspiró, dejando salir toda la tensión y el agobio de golpe, y notando como todos sus músculos se relajaban.
 -Realmente me has ayudado, no sé cómo agradecértelo...- murmuró, dándose la vuelta con una gran sonrisa. Pero la chica ya no estaba.
 "¿Qué? ¿Se ha ido? Ni siquiera sé su nom..."
 Se paró en seco, frunciendo el ceño.
 Sí que sabía su nombre. Se llamaba Sofía.
 Y lo más extraño es que no entendía por qué lo sabía.


 Tres meses después, Niall caminaba junto a su mejor amiga Katy y la hija de esta, Rose. Se había reunido con ellas en Nueva York, pues el marido de Katy trabajaba allí y se habían mudado hacía dos semanas. Niall notaba su ausencia, pero sabía que ella era feliz, y eso le bastaba.
 Llegaron hasta el monumento de las Torres Gemelas en el World Trade Center
 -Mira, Niall, ¿no te parece increíble?- dijo Katy, señalando a los pequeños tanques de agua donde antes se encontraban las torres.- observa los bordes de la piscina. Están los nombres de las víctimas.
 Niall se acercó, mientras Katy seguía hablando, pero ya no podía escucharla. Había algo...
 Acarició uno de los nombres, con una sonrisa de tristeza.
 Y de nuevo, esa sensación de reconocimiento que le había inundado en el hospital. La de saber algo, pero no entender cómo lo sabía.
 "Sofía Giménez Moreno"
 Simplemente lo sabía.
 -Eras especial, de eso estaba seguro.- murmuró.

domingo, 26 de mayo de 2013

Fuego entre tinieblas- Capítulo 1

Noche profunda. Tres y media de la mañana, y el hotel donde se alojaba la boyband más importante del momento, esos cinco chicos que movían masas y masas de gente en cada país que visitaban, estaba en silencio. Todos dormían. Bueno, casi todos.
 Louis daba vueltas en la cama de su habitación. No podía conciliar el sueño; cada vez que cerraba los ojos le pasaba lo mismo. Y tenía que volver a abrirlos, con una sensación extraña en el corazón, algo que nunca había sentido.
 Harry. En todos los ángulos posibles, su cara envolvía cada uno de los pensamientos de Louis, haciendo que se descentrase y perdiese el hilo de cualquier conversación. Cada vez que él entraba en una habitación, nada más importaba, todo se volvía carente de interés para él.
 Evidentemente, esto no había sido así desde el principio.Pero tampoco sabría decir, si se lo preguntasen, cuándo comenzó todo. Cuándo empezó a sentir eso por su amigo. No fue de un día para otro, fue algo más... Gradual.
 -Gradual. Sí, esa es la palabra.- susurró Louis, girándose en la revuelta cama.
 No era que nunca pudiese dormir a causa de eso. Pero esa noche era especial. Trágicamente especial.
 Puso la almohada encima de su cabeza, cerrando los ojos con fuerza, intentando ignorar los ruidos provenientes de la habitación de Harry.


 Cinco y media de la mañana. Una chica rubia, alta y con sonrisa de anuncio sale de la habitación de Harry con los tacones en la mano.
 -Ya nos veremos.- se despide él.
 Ella asiente y se marcha, caminando despacio hasta el ascensor.
 Entra y se calza los zapatos y la chaqueta, con mucho cuidado.
 Sale sigilosamente del hotel; mira hacia los lados y se coloca en una de las esquinas del edificio, mientras se frota los brazos con.
 No tarda mucho en aparecer otra figura por la calle. Vestida completamente de negro, cuesta distinguirla entre la oscuridad; aunque probablemente, ese sea su objetivo.
 -¿Lo tienes?- murmura la figura al acercarse.
 Esta asiente y le entrega un teléfono móvil que guardaba en el bolsillo de la chaqueta.
 El desconocido, a cambio, le pasa un fajo de billetes.
 Sin despedirse, las dos personas se marchan, cada una por su lado.


 -Buenos días, chicos.- saludó Harry a los cuatro restantes, mientras se sentaba en la mesa de desayuno.
 Liam y Niall le sonrieron, mientras Zayn se desperezaba y Louis sacudía la mano en forma de saludo.Ya empezaba otra vez.
 -¿Habéis dormido bien?
 "He tenido noches mejores" pensó Louis. En el próximo hotel procuraría no coincidir en la habitación de al lado de la de Harry.
 -Sí.- murmuró, tragándose sus pensamientos.
 -Bueno, ¿preparados?- preguntó Liam.- Tenemos las pruebas de sonido dentro de media hora. Hay que irse.
 -Sí, si.- dijo Harry, cogiendo un bollo antes de seguirlos hasta las puertas del hotel.
  La situación era un poco extraña. Había un grupo de cuatro policías hablando con el recepcionista, mientras los camareros y personal de limpieza correteaban cual gallinas sin cabeza de un lado para otro, con cara de congestión; el director general se acercó a los chicos, frotándose las manos con nerviosismo.
 -Buenos días, y perdonen las molestias. Ha surgido un pequeño percance, y...
 -¿De que se trata?- le interrumpió Zayn, mirando hacia los lados intentando encontrar el origen del problema.
 -Esta noche, las cámaras de seguridad de los exteriores del hotel grabaron dos figuras sospechosas por fuera del recinto. Tenemos fama de ser muy precavidos con la seguridad, y no queremos que llegue a más, así que están inspeccionando los alrededores para ver como consiguió acceder... Nada de que preocuparse, por supuesto.
 Harry escuchaba todo esto con el ceño fruncido.
 "¿Dos? Una sería Anna, pero la otra..."
 -Pero bueno, no les retengo más. Pueden salir sin problemas.
 Los chicos se despidieron del hombre y continuaron su salida hasta el exterior, donde dos coches les esperaban para llevarlos hasta el estadio y empezar con la preparación del siguiente concierto.
 Louis se acomodó en la parte trasera del vehículo, haciéndose una bola y mirando las vistas desde la ventana. Un sonido de su móvil le hizo apartarse de las ensoñaciones en las que estaba sumido, devolviéndolo a la realidad. Lo miró, extrañado.
 "¿Número privado?" pensó para sus adentros, abriendo el mensaje que acababa de recibir.



 Número privado
 Enviado a las 12:55 am
 ¿No has podido dormir? La próxima vez duerme en la habitación de Liam.
 Así aprovechas y le proteges.


 No entendía nada. Pero nada de nada.
 ¿Quien coño le había mandado ese mensaje?
 ¿Y qué significaba?
 ¿Proteger a Liam? ¿De qué?


sábado, 25 de mayo de 2013

Fuego entre tinieblas -Prólogo

Sep, esto es un fanfic Larry. No sé si se podrá catalogar de guarro en algún futuro, pero por ahora no. Va a ser más... Tirando a emotivo.
 Esto es un breve resumen de lo que es el argumento principal. Con forma poética, por supuesto, porque sigo siendo yo. Para que os hagáis una idea:

 Hola, gente. Soy yo. Sí, de nuevo el genial y sexy narrador que conocisteis aquí: http://unfanficdiferente.blogspot.com.es/ . La trama es diferente, pero yo no; prometo ser tan adorable como siempre. Os traigo una historia de peligro, de asesinatos y de orgullo e inocencia, pero sobre todo, de amor. Amor fuerte, amor débil, amor no correspondido y amor brutal. Pero amor, al fin y al cabo.
 Louis lucha día y noche para controlarse a sí mismo. Para no dejar ver, a nadie, sus verdaderos sentimientos hacia Harry. Que lo quiere, ya es un hecho, ni se atreve a dudarlo. Pero no se lo puede decir a nadie, y menos a él.
 Harry vive ajeno a esa lucha interna de su amigo. Sí, amigo. Nada más que amigo... ¿no?
 No.
 Y mientras tanto, una oscura sombra se mueve entre las tinieblas, acechando y calculando sus planes, para dar el golpe definitivo y brutal. Porque si no es suyo, no será de nadie más.
 Y, en una espiral de deseo, amor, odio e inseguridades, ¿quién sirve para juzgar la cordura de los demás?